ANA Y MIA
ANOREXIA Y BULIMIA
LA VISIÓN DE UNA CHICA
ZOE
“Mido 1.68 y peso 71 kilos. Siempre he tenido complejo de gorda.
Pero quiero aclarar que no somos unas vagas que vomitamos para no hacer
ejercicio. Yo he estado 7 años haciendo kárate dos días a la semana y me gusta
el deporte, pero cerraron el gimnasio al mes de que yo empezase a vomitar.
Todo empezó el año pasado por estas fechas. Realmente, no sé por
qué se me ocurrió vomitar, pero comencé. Solía vomitar dos veces al día.
Llegaba del instituto, me pesaba sin ropa, comía, vomitaba y me pesaba para
asegurarme de que mi estómago estaba totalmente vacío. Cuando me lavaba los
dientes, me miraba al espejo, sonreía y pensaba: Bien, lo estoy consiguiendo.
Apuntaba todo lo que comía en una libreta y el resultado de las cinco veces que
me pesaba al día. Las tardes que estaba sola en casa solía darme atracones y
luego lo vomitaba. Estaba muy contenta porque realmente estaba más delgada pero
quizá estuviera también más irritable y tenía más ansiedad por comer.
Me hice dos heridas pequeñas en la mano por el roce de los dientes cuando me provocaba las arcadas. Vomitar no es nada agradable, aunque te acabas acostumbrando, pero a mí en la primera arcada me suele doler el pecho y tengo que esperar un poco a que se me pase. Luego había días que me dolía la garganta y que cuando comía, me daban arcadas sin que me las provocase que yo disimulaba, pero, ante todo, en esos dos meses fui feliz. Sabía que, cuando alcanzase el que yo consideraba mi peso ideal (54 kilos), pararía.
Me hice dos heridas pequeñas en la mano por el roce de los dientes cuando me provocaba las arcadas. Vomitar no es nada agradable, aunque te acabas acostumbrando, pero a mí en la primera arcada me suele doler el pecho y tengo que esperar un poco a que se me pase. Luego había días que me dolía la garganta y que cuando comía, me daban arcadas sin que me las provocase que yo disimulaba, pero, ante todo, en esos dos meses fui feliz. Sabía que, cuando alcanzase el que yo consideraba mi peso ideal (54 kilos), pararía.
Desgraciadamente,
mi madre se enteró. Nunca olvidaré la noche en la que tuve que decirles a mi
padre y mis hermanas lo que hacía.La relación con mi madre empeoró bastante, no
la soportaba, la culpaba a ella de todo y pensaba que, de no haber sido por ella,
habría alcanzado mi peso y todo habría acabado. Me llevaron a un sitio para
perder peso, pero no funcionó. Vino el verano y, no sé cómo, pero engordé 15
kilos. Imaginaos cómo me sentía, con lo que me horrorizaba engordar.
Lógicamente, nunca dejé de vomitar, pero mis padres no lo saben. No es fácil
dejarlo de un día para otro, porque se convierte en una costumbre y hay veces
que lo hacía ya sin darme cuenta. No lo hacía con tanta frecuencia, pero no
pasaba una semana en la que no vomitase alguna vez.
Fui al ginecólogo para ver porqué no adelgazaba y
me dijo que tenía ovarios poliquísticos. Esto favorece el aumento de peso, pero
nada más. Me recetó unas pastillas y volví al mismo sitio para perder peso,
pero tampoco funcionó esta vez. Me recomendaron ir al endocrino por ver si era
un problema de hormonas. Tampoco era eso. De allí me mandaron al psiquiatra,
que me puso una dieta de 1500 calorías. … Pero yo sé que nada de eso es cierto.
Hoy en día, el físico es lo más
importante para todo el mundo y nada va a cambiar porque yo le diga al
psiquiatra que odio mi cuerpo. Nada va a cambiar porque miles de
adolescentes como yo estén tirando su vida por el retrete por intentar
conseguir a toda costa ese cuerpo 10 que la sociedad nos impone. Nada va a
cambiar??? Cada vez somos más los que caemos en este mundo, gente de todas las
edades que pensamos que el único camino para triunfar en la vida es estar
delgado. Lo del psiquiatra fue en diciembre. En enero volví al psiquiatra y al
endocrino y había adelgazado 2 kilos en un mes, pero ahora me he estancado y no
pierdo más peso, así que el lunes, después de la temporada más larga sin ningún
vómito (un par de meses o tres), vomité de nuevo.
Si os soy
sincera, cuando he encontrado esta página no buscaba precisamente ayuda… Pero
creo que vuestros comentarios me han servido y, de momento, hoy no he vomitado.
Espero que mi historia, que no es de las más alarmantes ni mucho menos, les
sirva y que la sociedad entera se dé cuenta de lo que está pasando y de que la
solución no es criticar y calificarnos a todos de
enfermos mentales. No. Somos la consecuencia de una sociedad superficial, no la causa. Si nosotros nos metimos en este infierno, no fue por voluntad propia. Cuando era más pequeña me hacía gracia estar gordita, era feliz.
enfermos mentales. No. Somos la consecuencia de una sociedad superficial, no la causa. Si nosotros nos metimos en este infierno, no fue por voluntad propia. Cuando era más pequeña me hacía gracia estar gordita, era feliz.
Pero entonces
comprendí que la gente no pensaba lo mismo, pues me lo demostraban con sus
comentarios. No te ponen una pistola en el pecho para que vomites, es la
presión social la que te obliga.
Creo que las únicas personas que pueden ayudarse de verdad son las
que han pasado o están pasando por el mismo problema, así que si alguien quiere
ponerse en contacto conmigo, por favor, háganlo porque me encantaría.”
Si queréis contactar con ella podéis hacerlo en
zoe(at)sineljefe(punto)com, o visitar Foros Sin el JEFE
bulimia,
testimonio, anorexia, vomitar, sociedad, presión.
Una visión desde el punto de vista
de una madre de familia
Mi hija comenzó con los problemas a los 13, siempre embromaba de
sí misma con palabras como GORDITA o PULPOSA pero la verdad es que nunca le di
importancia ya que en verdad la notaba muy segura de sí misma y capaz de
superar esos complejos.
Creía que lo hacía todo como chiste, como una forma más de
tomarse las cosas. Pero de a poco comenzaron los problemas desde el colegio,
cuando ella volvía llorando diciendo que la cargaban por su condición física o
la insultaban haciendo referencia a su peso. Ahí fue cuando la empecé a notar
cada vez más incómoda y triste, intentaba hablar con ella pero sólo me contaba
que el problema eran sus compañeros de clase.
Por eso decidí ir a hablar al colegio varias veces, pensando que
ello podría solucionar algo. Luego observé que mi hija había empezado a comer
menos.
Siempre comíamos dos platos aproximadamente cada una y de
repente empezó a ser sólo uno, sólo repetía si yo le insistía. Con el tiempo ya
intentaba evadir ese plato, pero yo consciente, nunca la dejé.
El peso digamos que siempre lo mantenía, por ese lado no había
un signo de alarma al comienzo. Pero su cara siempre denotaba cierta
preocupación, por lo que cada tanto yo volvía a conversar con ella sobre cómo
le iba en el colegio, alguna vez sugirió que quería cambiarse de colegio pero
luego se arrepentía, la verdad que a pesar de las burlas de los chicos, en ese
lugar se sentía bien. Raramente después abandonó ese complejo por la comida, si
bien no comía lo mismo que antes, sí mantenía una regularidad.
Hasta que la encontré una noche vomitando en el baño. Yo había
notado antes que cuando yo me iba a dormir al rato, siempre ella iba para el
baño. Entonces una noche que no me podía dormir muy bien me levanté y me
acerqué y escuché los ruidos de las arcadas. No lo dudé ni un segundo, quise
abrir la puerta y no pude porque la había trabado, entonces cuando dijo
“ocupado” me quedé afuera esperándola.
Tardó en salir, pero cuando salió le dije qué estaba haciendo y
como se dio cuenta que yo sabia que la había escuchado me dijo que no se sentía
bien y que había vomitado, quise darle la oportunidad de que se de cuenta
entonces la traté como si estuviera enferma y al otro día faltó al colegio y la
llevé al médico.
En ningún momento se le dio por hablar conmigo y tampoco se
quejó de algún dolor de panza. Obviamente el médico dijo que estaba bien y solo
le aconsejo hacer una dieta. Después de ese episodio me quedé todas las noches
despiertas esperando a que repitiera el acto, pero no fue así.
Entonces indagué con alguna de sus amigas para que le prestara
atención cuando iba al baño después del almuerzo, para mi sorpresa, ella me
dijo que últimamente la notaba rara porque regularmente iba al baño hace un
tiempo después de comer y siempre tardaba, pero nunca le dio mucha importancia
hasta que yo le dije eso. A la semana me dijo que cada vez que salía del baño
andaba tomando mucho líquido o comiendo chicles, que le llamaba la atención.
En ese ínterin, me di cuenta que los pantalones comenzaban a
quedarle más sueltos a mi hija, algo a lo que antes no había prestado atención.
Esa percepción no tardó en acentuarse con el tiempo cuando de repente noté que
la pérdida de peso era grave, entonces me decidí contactar con un médico
especialista en nutrición conocido de la familia.
Le diagnosticó un cuadro de bulimia y me dijo que empiece un
tratamiento psicológico. Para mi la verdad que era muy costoso y complicado en
ese momento y se lo expliqué y me recomendó ver a una psiquiatra que podía
darnos una solución alternativa. La psiquiatra recetó Prozac, yo dudaba de la
efectividad del método y después de que ella hablara bastante con mi hija,
sumado al trabajo del médico ella aceptó tomarlas.
Su peso más o menos se mantuvo y a las seis o siete semanas, me
convenció de que ya había superado su conflicto, que no volvería a dañarse y
que se sentía bien como estaba. Yo la verdad que le creí y al principio me
convencí de que realmente estaba bien. Pero su actitud respecto a la comida no
había cambiado, ella ya no era la misma y con el tiempo me día cuenta que su peso
no volvía a aumentar, incluso me parecía que podía llegar a estar más flaca.
No quise retomar el tema porque habíamos quedado en que lo
habíamos superado pero creí que lo mejor iba a ser investigar por mi cuenta.
Descubrí entonces que durante las salidas con sus amigas, o cuando iba de
visita a lo de ellas, iba al baño y vomitaba. No sabía que hacer y decidí
empezar a acortarle las salidas para que tenga menos oportunidades de hacerlo,
pero sentía que lo podía hacer en todos lados, hasta cuando se bañaba.
Eso lo descubrí preguntándole a las amigas cómo era ella cuando
salía y algunas que la acompañaban cuando iban al baño me comentaban que
después de ir hablaba poco, masticaba chicles, tomaba agua de la canilla, todo
como para sacarse el olor a vomito de la boca. Una ayuda que me resultó buena
fue que en la tele dijeron que era bueno hacer control de peso regular ante
estos casos y la invité a que nos pesáramos regularmente.
Ella hizo muchos problemas con esto me empezó a decir que sólo
le estaba haciendo peor porque la hacía volver a pensar en su sobrepeso y
demás. Hasta que accedió y la balanza marcaron 53 kilos. Yo me acordaba muy
bien que la vez que se pesó en el médico pesaba 58. 5 kilos menos!!! Muchísimo
para una chica que estaba en pleno crecimiento!!!
Entonces volví a consultar al médico que insistió en el
tratamiento psicológico y ahora estamos aquí para cambiar la historia.
http://www.encuentos.com/?s=Bulimia+y+anorexia%3A+Testimonio+real+de+padres
¿Cómo prepararme para ayudar a alguien?
Pongamos de ejemplo
una prueba de fondo de atletismo. Para conseguir llegar a meta necesitas un
entrenamiento constante, regular y determinado. No puedes pretender, sin haber
entrenado, conseguir llegar a la meta. Además el objetivo no es solo llegar, sino
hacerlo en buenas condiciones. Por ello, el atleta se entrena de forma
constante, controla el ritmo de la carrera, la respiración, su mente, su
alimentación… Son toda una serie de herramientas que le ayudarán a alcanzar su
meta con éxito.
Tú puedes hacer algo
parecido, y te ayudará también a alcanzar la meta con éxito. En primer lugar,
busca información sobre la enfermedad de tu hija. Pregunta las dudas que tengas
a los profesionales que están tratando a tu hija. Elimina tus dudas,
incertidumbres y trata de comprender o entender esta enfermedad y su evolución.
Así podrás ir un paso por delante de ella.
En segundo lugar
evalúa el impacto que ya ha tenido sobre ti y tu familia. Quizá necesitéis ayuda también. Es común, que padres
de pacientes con Bulimia Nerviosa, necesiten ayuda psicológica o farmacológica
durante un tiempo. En caso de que tú tengas también un Trastorno de la Conducta
Alimentaria es aconsejable que te pongas en tratamiento.
En tercer lugar,
cuida tu relación de pareja. Intenta seguir teniendo momentos para vosotros.
También aprende a delegar. Es importante que trabajéis en equipo, que os repartáis
responsabilidades, deleguéis aspectos de los cuidados de vuestra hija el uno en
el otro. Buscad momentos de descanso. Especialmente si tenéis síntomas de
cansancio o agotamiento. Os vendrá bien hacer de vez en cuando una escapada, ya
sea un día o un fin de semana.
En cuarto lugar
busca apoyo. Busca apoyo en tu familia. Te pueden brindar apoyo logístico en
determinadas ocasiones o apoyo emocional. Apóyate también en tus amigos, no
abandones tus relaciones sociales. Te vendrá bien tener momentos de distracción.
También son de ayuda otras familias con hijos con Bulimia Nerviosa. En
ocasiones escuchar a otras personas que están pasando por tu mismo problema
puede servir de ayuda. Busca en tu ciudad una asociación de familiares de
pacientes con Trastornos de la Conducta Alimentaria.
Te resumimos un
conjunto de pautas, actitudes o comportamientos que te ayudarán en esta tarea:
1. Busca información sobre la
enfermedad.
2. Elimina sentimientos de culpa y
vergüenza. No ayudan
3. Tolera los síntomas. Asume que
durante un tiempo seguirán ahí.
4. Valora los pequeños avances.
5. Ten siempre presente que tu
responsabilidad y alcance tiene un límite.
6. Ten calma y paciencia. Mantén
la serenidad.
7. Dosifica tus esfuerzos.
8. Busca apoyo en familiares,
amigos u otras familias de pacientes con TCA.
Bien,
si ya has comprendido y puesto en marcha estos consejos, ya estás lista para
pasar a la acción.
Los trastornos de la
alimentación se caracterizan por graves
alteraciones de la conducta alimentaria.
En primer lugar, la anorexia nerviosa afecta mayoritariamente a mujeres prepúberes o adolescentes, pero también, aunque en menor medida, a mujeres adultas y a hombres jóvenes. Se caracteriza por un deseo intenso de pesar cada vez menos, por el miedo a la obesidad y por un trastorno del esquema corporal que hace verse más gordo/a de lo que se es en realidad. Para conseguir esta progresiva pérdida de peso, las personas anoréxicas hacen una intensa restricción alimentaria que se acompaña, en muchas ocasiones, de ejercicio físico excesivo y conductas de purga (vómitos autoinducidos, laxantes, diuréticos). Estos pacientes acostumbran a resistirse a la recuperación ya que no valoran correctamente la gravedad de su problema.
En primer lugar, la anorexia nerviosa afecta mayoritariamente a mujeres prepúberes o adolescentes, pero también, aunque en menor medida, a mujeres adultas y a hombres jóvenes. Se caracteriza por un deseo intenso de pesar cada vez menos, por el miedo a la obesidad y por un trastorno del esquema corporal que hace verse más gordo/a de lo que se es en realidad. Para conseguir esta progresiva pérdida de peso, las personas anoréxicas hacen una intensa restricción alimentaria que se acompaña, en muchas ocasiones, de ejercicio físico excesivo y conductas de purga (vómitos autoinducidos, laxantes, diuréticos). Estos pacientes acostumbran a resistirse a la recuperación ya que no valoran correctamente la gravedad de su problema.
Los pacientes con bulimia nerviosa presentan también un miedo intenso a la obesidad y,
como en la anorexia, tienen pensamientos relacionados con la comida, el peso y
la figura. Pero lo que caracteriza a este trastorno y lo diferencia del primero
es la pérdida de controlsobre la conducta alimentaria. Aparecen episodios de ingestión voraz, durante los cuales consumen una gran cantidad de comida en muy poco
tiempo (atracones), seguidos de conductas compensatorias para evitar el aumento
de peso:ayuno, vómitos autoinducidos, abuso de laxantes y/o diuréticos y
ejercicio físico excesivo. Los pacientes con bulimia suelen tener mayor
conciencia de enfermedad ya que consideran que sus conductas no son normales,
lo cual favorece la aparición de sentimientos defracaso, vergüenza e
impotencia.
Una pregunta que se
hacen muchos padres es ¿Cómo se desarrolla un trastorno
alimentario? Algo que deben
tener muy claro es que los trastornos de la alimentación son multifactoriales,
es decir, que es necesaria la presencia de diversos factores para que lleguen a desarrollarse. No existe una causa
única. En primer lugar, para que acabe desarrollándose el trastorno es
necesaria la existencia de unos factores que predispongan a la persona
haciéndola más "sensible" a padecer estas patologías y no otras.
Estos factores de predisposición los podemos dividir en tres grupos:
Individuales
- Sobrepeso infantil
- Perfeccionismo
- Gran autocontrol
- Alta autoexigencia
- Impulsividad
- Ausencia de normas estables
- Ausencia de hábitos bien estructurados
- Baja autoestima
- Miedo a madurar
Familiares
- Hábitos alimentarios desestructurados
- Preocupación excesiva por la figura en la familia
- Obesidad de algún familiar
- Conflictos familiares
- Baja resolución de conflictos
- Pobre comunicación
- Sobreprotección
- Rigidez o laxitud de las normas
- Mezcla de roles familiares
Socioculturales
- Estereotipos culturales femeninos (delgadez extrema)
- Prejuicios contra la obesidad
- Determinadas profesiones y deportes (moda, gimnasia rítmica,
patinaje, etc.)Los chicos/as que presentan algunos de estos factores de
predisposición pueden llegar a tener actitudes anormales respecto al peso
y la figura de manera que, probablemente, ante la presencia de un factor
precipitante, desarrollarán un trastorno alimentario. Algunos de los factores que pueden acabar
precipitando o desencadenando el trastorno son:
- Cambios físicos y emocionales de la pubertad
- Miedo a enfrontar nuevas responsabilidades
- Insatisfacción personal general
- Situación personal estresante
- Hacer dieta restrictiva
- Realizar ejercicio físico excesivo
- Anorexia nerviosa previa (en caso de bulimia nerviosa)
Una vez el trastorno alimentario se ha
"precipitado", se ponen en marcha una serie de factores mantenedores, de tipo físico y psicológico, que favorecerán la
perpetuación de la situación anómala. Estos factores mantenedores serían:
- Alimentación restrictiva
- Pensamientos erróneos respecto al peso, comida y figura
- Imagen corporal deformada
- Ciclo atracón-vómito
- Reaparición de situaciones estresantes
- Presión social continua
¿En qué señales podemos fijarnos si sospechamos que
nuestro/a hijo/a puede estar desarrollando un trastorno alimentario? He aquí algunos de los cambios que podemos observar
más fácilmente:
- Cambios en sus hábitos alimentarios o en su forma de relacionarse
con la comida. Es probable que haya empezado a evitar ciertos
alimentos (dulces, carne) o algunas formas de cocinarlos (rebozados,
fritos). En ocasiones empiezan a interesarse por hacer su propia comida o
controlan a quién la está haciendo, diciéndole la cantidad que debe servir
en los platos o qué platos debe cocinar y cuáles no, etcétera.
- Debes fijarte en si se da atracones de comida, es decir, si come mucha cantidad de
alimento en poco tiempo, y lo hace de forma "ansiosa".
- Va al baño de forma sistemática después
de las comidas o, incluso mientras está comiendo, se encierra en el lavabo
durante un rato, se va a su habitación y cierra la puerta, etc.
- Hace mucho ejercicio físico, le cuesta estar relajado/a y se muestra en
general inquieto/a, muy activo/a. Fíjate si ha dejado de coger el ascensor
y sube siempre escaleras, o si va a los sitios andando, etc.
- Has notado cambios en su carácter. Está más irritable, se enfada por
cualquier cosa, especialmente cuando se habla de la alimentación. Tiene
cambios de humor repentinos.
- Por el contrario, se muestra más
reservado/a, menos sociable, no
tiene ganas de salir con los amigos, se interesa por actividades que
requieren un alto rendimiento personal y se realizan en solitario, por
ejemplo estudiar.
- Está muy interesado/a por su aspecto físico, se encuentra insatisfecho/a con su figura y
realiza comentarios frecuentemente sobre este tema. Su valoración personal
depende en gran medida de su imagen.
¿Qué puedes hacer si sospechas que tu hijo/a tiene
un trastorno alimentario?
Si sospechas que su
hijo/a puede tener un trastorno alimentario, debes dedicar un tiempo a hacer
estas observaciones. Al mismo tiempo puedes mostrarte interesado/a en que
él/ella te explique cómo se siente o si tiene algún problema. No sirve de mucho
preguntarle directamente si está padeciendo un trastorno alimentario, ya que lo
más probable es que provoques en él/ella una reacción negativa de defensa. Recuerda que las personas que tienen un trastorno
alimentario pueden no ser conscientes de ello.
Es importante que
tengas en cuenta que muchos de los
"cambios" que hemos
comentado anteriormente son normales
en la etapa adolescente de la
vida, sobre todo los relacionados con la preocupación por la imagen corporal y
los cambios en el carácter. Por lo tanto, si detectas estos comportamientos, no debes precipitarte y realizar tú el diagnóstico, esto debe servir para
acudir a un profesional que confirme o no tus sospechas. Lo más recomendable es que te dirijas al médico de cabecera, a los servicios ambulatorios de tu
zona o a unidades especializadas para
el tratamiento de estos trastornos. Asimismo, existen asociaciones de lucha
contra la anorexia y la bulimia donde te pueden orientar sobre los pasos a
seguir y los profesionales a los que puedes dirigirte para resolver el
problema.
NOTA: Los comentarios del texto anterior, son
extraídos de la misma forma en la cual fueron escritos por los
autores originales, es posible, que se maneje un lenguaje inapropiado, tenga
faltas de ortografía, o sean basados en juicios de valor, por lo anterior es importante
resaltar que para que se cumpla el efecto que el autor desea
se prefirió dejar los comentarios originales; también se recopilo
información hecha por expertos del tema. Por último, el remarcar que
los responsables de platicar de este y otros temas son los padres de
familia y en la escuela los docentes te pueden
apoyar dándote orientación.